domingo, 6 de enero de 2008

Nueva entrega de Silvia Eugenia Castillero



El último ciervo blanco

Por la mirilla pasa un ciervo blanco
atrapado en su galope.
Son cuatro esquinas
y un sol.
Porque el ciervo lleva el alba,
su cornamenta crece hacia
el blanco ilimitado de la luz.
La mirilla tal vez miente:
un grifo torrencial de reflejos
multiplica la blancura
casi estrella.
Algo asciende intempestivo:
un cometa. Cuernos volantes
en busca de un cuerpo.
No hay cuerpo, ni alba, ni estrellas.
Un cuarto vacío: sólo baldosas
con ciervos al centro tallados en piedra.

Silvia Eugenia Castillero

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